Por: Enrique Carpizo.
Es común y no justo, encontrar personas condenadas a 5 o 9 años de prisión pero que llevan 15 o 20 años presos. También es un hecho la existencia de reos con más de diez años de prisión preventiva y sin recibir sentencia, ya sea porque se están defendiendo o porque se traspapeló el caso.
Sin embargo, en mayoría de casos, estar en la cárcel conlleva circunstancias personales adicionales al proceso judicial, como es el abandono familiar por decisión del reo o de los familiares y amigos que se hartaron o dejaron de ir a visitarlo.
Algunas veces el abandono ocurre porque abusan sexualmente de las mujeres en la revisión o el reo considera que el ambiente no es apto para su familia y pide dejen de visitarlo, otras veces están alejados de donde son oriundos y el alto costo impide la visita; aunque sabemos que el reo puede pedir su traslado al Estado que lo vio nacer o donde está su familia, lo cierto es que no siempre logran esa autorización.
Quizá sea hora de implementar visitas virtuales por sistemas ordinarios de internet, mediante citas u horarios personalizados para apoyar de mejor manera el ámbito emocional de quienes están en prisión. Ahora, liberar reos por liberar y conforme a la ley, es la primera idea que tiene un estudiante de derecho cuando se entera que hay personas presas pese a cumplir dos o tres veces su condena, empero, nos topamos con una realidad.
Comparto mi experiencia. Hace 20 años diligencié una testimonial con un reo de nombre Pablo, que había sido testigo de un acto de tortura.
Recuerdo apoyarlo con una torta y un refresco debido a que llegaría tarde al penal y no tendría que comer. Me dijo: por eso muchos reclusos no quieren testificar, debido a que pierden el día y se quedan sin comer. Finalizada la audiencia, le pregunté al testigo por qué delito había sido sentenciado y cuánto de condena le dieron y dijo: me dieron 4 años por robo.
Le pregunté cuánto le quedada para salir del penal y sonriente respondió: tengo más de 15 años preso… Yo tenia 20 años de edad y me causó shock la respuesta, inmediatamente pensé en realizar una jornada nacional para solicitar la libertad de quienes habían sido olvidados en la cárcel, etc., etc. Ofrecí ayuda legal al reo, quien sonrientemente me dijo: muchas gracias pero estoy mejor adentro que afuera.
Sorprendido le dije: ¿cómo? Y respondió: hace muchos años fui sentenciado por otro delito y cuando salí, la familia se avergonzó de mi, no quiso apoyarme, ni recibirme y terminé en la calle, sin comer y sin tener donde dormir, por eso volví a delinquir, pues en la cárcel estoy mejor, ahí tengo amigos, trabajo, comida, atención médica, juego futbol, tengo donde dormir y la paso mejor que afuera.
Por eso, la idea del Presidente es buena, pero la realidad se impone y podría generar más agravios que beneficios, ya que no existe un sistema de reinserción social efectivo, aunque tenemos el precedente del indigente de las afueras del Metro Copilco que demandó vía amparo al Estado y logró la protección de su derecho a la identidad, a la alimentación, al trabajo, a la vivienda, a la salud y a otros derechos, lo cierto es que no existió continuidad adecuada en la aplicación de programas sociales y muchos otros indigentes siguen siendo presa de la indiferencia.
Realidad que pone en riesgo la viabilidad del decreto presidencial, pues aunque no todos los reos opinen como Pablo, lo cierto es que vale la pena tener en cuenta está anécdota, dado que la liberación de un reo conlleva, según el caso, apoyar su reinserción y no solo soltarlo y decirle: ya eres libre! Disfruta!!! Por lo regular, quienes no tienen sentencia en 10 años o han cumplido su condena 3 o 4 veces, es gente sin recursos que requiere no solo de su libertad, sino de apoyos adicionales para conseguir vivienda, alimentación, trabajo, servicios de salud, entre otras cosas.
Hago votos para que la idea del Presidente Amlo llegue a buen puerto, pero teniendo en cuenta que el sistema penitenciario y el de procuración e impartición de justicia requieren de ajustes para evitar que una persona renuncie a la libertad por sentirse mejor cautivo, pues dentro de la cárcel, al parecer, tienen todo para ser felices, es decir, acceso a celulares con internet, prostitución, drogas, alcohol, protección, salidas clandestinas, etc., obvio esa afirmación aplica para otros planetas porque en México nada de eso ocurre
. Espero esta columna llegue a oídos de quien pueda alertar e implementar cambios oportunos en políticas públicas que realmente apoyen al reo en su reinserción social y eviten que se sume a los miles de mexicanos que viven en la calle, en pobreza extrema, están desempleados o se dedican a delinquir para subsistir.
Fuente: #EnriqueCarpizo#JuicioTv