Cinco jóvenes, uno de nacionalidad estadunidense, murieron a consecuencia de los disparos realizados por elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) contra la camioneta en la que se desplazaban por la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo, Tamaulipas; otro resultó ileso, pero quedó traumatizado, denunció el Comité de Derechos Humanos de esta ciudad.
El cuerpo del estadunidense Gustavo Suárez fue identificado por su padre. Señaló que su hijo se encontraba de visita con sus familiares y había salido con cinco amigos a una discoteca. Cuando de regreso los iba a dejar a sus casas, en su camioneta Chevrolet Silverado 2020 blanca, fueron baleados por los militares.
Autoridades federales dieron a conocer que ninguno de los muchachos que perdieron la vida portaba armas y en el vehículo no se encontró nada ilícito. “Ignoramos por qué les dispararon si no traían armas, droga, o algo con que agredir a los uniformados”, comentó una fuente cercana a la investigación.
Colonos de Manuel Cavazos Lerma, donde ocurrió el atentado, aseguraron que algunos de los jóvenes tiroteados quedaron con vida y durante una hora pidieron ayuda médica, pero les fue negada por el personal de la Sedena, que impidió el acceso a los cuerpos de emergencia.
Raymundo Ramos Vázquez, presidente del Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo, calificó lo acontecido como “un hecho de la mayor gravedad que ha ocurrido en la ciudad” e hizo un enérgico llamado al presidente Andrés Manuel López Obrador a esclarecerlo.
Poco antes de las 4 de la madrugada del domingo, en el crucero de las calles Huasteca y Méndez, efectivos castrenses dispararon, aparentemente sin motivo alguno, contra los tripulantes de la camioneta blanca.
Gustavo, herido de muerte, chocó contra un automóvil estacionado y su marcha se detuvo en el crucero, donde los soldados abrieron fuego decenas de ocasiones contra los jóvenes, que regresaban a sus hogares, en la colonia Manuel Cavazos Lerma, tras acudir a una discoteca.
Manchado de sangre y traumatizado, al grado de no poder hablar, salió Alejandro, un joven que logró salvar la vida y fue entregado a sus familiares por personal de la Fiscalía General de la República.
“Estoy traumado, se me va la onda, no sé qué rollo, todos están muertos, yo no sé porque estoy vivo” , fue lo único que pudo expresar.
Habitantes de la zona denunciaron que los militares les impidieron salir de sus casas, desde las 4 de la madrugada hasta al mediodía; los amenazaron con dispararles si alguien tomaba fotografías o videos, lo que, acusaron algunos de los inconformes, les habría permitido alterar la escena de la agresión.
Fuente: La Jornada Maya