A la diestra de Cristo, Dimas se desmayó en la cruz. El sol fue el gran tirano que no sólo deshidrató a nazarenos y centuriones este Viernes Santo en Iztapalapa. Durante la representación 180 de la pasión de Cristo en la Ciudad de México el intenso calor hizo que el actor que representaba a uno de los ladrones que son crucificados junto con Jesús, se desvaneciera en lo alto de la estructura de madera.
Por fortuna, unas cuerdas sostenían a Éric Ramírez Vilchis (nombre del intérprete), quien fue atendido de inmediato por personal del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM), entre la multitud acalorada que, como cada año, colmó el Cerro de la Estrella, ayer transformado en el Gólgota.
Como caída del cielo, la familia Sánchez, vecina de la calle Cuauhtémoc, cumplió también con su tradición de seis décadas: ofrecer frescas naranjas a los deshidratados visitantes que, según cálculos de las autoridades delegacionales, desde el pasado Domingo de Ramos hasta el momento de la crucifixión sumaron más de 2.2 millones de personas, lo cual constituyó un récord de asistencia.
Alrededor de 4 mil 300 policías vigilaron el lugar, quienes reportaron saldo blanco. La pasión de Cristo en Iztapalapa se vivió sin restricciones por el covid-19 y fueron muy escasos los cubrebocas que se vieron entre el público.
Se contó con la participación de más de 200 actores, entre ellos los protagonistas David Uriel González, de 24 años, en el papel de Jesús, así como las jóvenes Paulina García y Citlalli Gavia como la Virgen María y la Virgen de los Dolores, respectivamente. El papel del traidor más famoso del mundo, Judas Iscariote, lo personificó Sandro Alberto Alvarado, abogado de profesión y contador público.
Jesús / David Uriel, licenciado en mercadotecnia, quien ayuda a su familia en el negocio de la venta de perfumes, cargó, bajo el vivo sol, durante 5 kilómetros la cruz que en esta ocasión pesó 100 kilos, fabricada por el maestro carpintero y vecino de la colonia Leyes de Reforma tercera sección Ángel Juárez. Las grandes ausentes este Viernes Santo fueron los nubarrones y la lluvia que en años anteriores aparecían puntuales en el momento de la muerte de Cristo. Son tiempos de cambio climático.
Algunos miembros del cuerpo de bomberos capitalino se aproximaron a los nazarenos para ayudarles a ensamblar los detalles de sus cruces. Cada año, además de la tradicional representación de la pasión de Cristo, los nazarenos realizan largas caminatas con el fin de cumplir “mandas”, mientras también cargan cruces de hasta 120 kilos. Los fieles, que pueden ser de cualquier edad, realizan penitencias en relación con enfermedades, problemas familiares, o meramente motivados por sus creencias religiosas.
Pero también hay quienes durante el viacrucis en Iztapalapa suben al cerro para disfrutar de sus áreas verdes. Además, a unos metros de donde se escenifica la Crucifixión, se encuentra el Museo del Fuego Nuevo, el cual tiene una construcción con forma de pirámide donde se exhiben piezas de origen prehispánico y colonial localizadas en la zona.
Fuente: La Jornada Maya